El día de ayer me encontré con una amiga de la Iglesia, ella es una persona casada, con tres hijos, divide su tiempo entre la casa, los hijos, el esposo y sobre todo Dios, a pesar de su vida agitada siempre tiene un espacio,un tiempo para Dios, y su mirada refleja esa serenidad que solo Jesús puede darla.
Imaginense una mujer de edad media, que refleja calidez y siempre con una sonrisa en su rostro, siempre se acerca a la mujer más joven de la Iglesia, siempre con el ánimo de brindar una sonrisa, una buena conversación y sobre todo buscando animar su relación con Dios.
Ella me recuerda lo que dijo Pablo en la Carta a Tito 2: 3-4. "Las ancianas así mismo sean reverentes en su porte, no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien. Que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos"
La mujer de quien les hablo no necesita decir que hace o no hace lo que dijo Pablo sino que lo demuestra con su vida. A eso debió referirse Pablo cuando dijo enseñen, no simplemente diciendo sino actuando de tal manera.
No me imagino a una mujer de aquel tiempo sentada con otra mujer joven diciendole ¡ ama a tu marido, ama a tu hijo!, sino mas bien, tiernamente explicando y apoyando con su comportamiento.
Es bueno saber que hoy en día existen mujeres que llevan en la mente lo que dijo Pablo: Enseñen a las jóvenes.
Te das cuenta que con un horario tan ajustado como lo lleva una ama de casa, aún tenga otro deber que agregar a sus tareas. Bienaventuradas las que así lo hacen, y las que tienen la dicha de conocer mujeres así.
ALGO PARA REFLEXIONAR
- Aunque parezca que las líneas mencionadas en cada una de las cartas de Pablo hayan sido para las personas de aquel tiempo, hoy en día también podemos y debemos cuidar de cumplir con aquellas líneas.
- La mejor manera de reflejar en lo que creemos, es simplemente demostrarlo con hechos.
- Somos un libro abierto hacia los demás, quizás la mujer de quien les hablé no sepa que la he observado.
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